Uno de los sitios con vestigios de la
cultura zoque plasmados en pinturas
rupestres, es la Sima de la Cotorra que alberga en sus blancas paredes unas
treinta pinturas rupestres de color ocre, así como figuras de manos en color
rojo y negro.
En estas pinturas se encuentra la
historia de una cultura casi olvidada: la zoque. Los hombres de esta
civilización pintaron por una razón básica, transmitir a otros y preservar para
las futuras generaciones un mensaje de sus raíces echadas en estas tierras.
Muchas de las pinturas que se encuentran
en las paredes rocosas de la Cima de las
Cotorras, son imágenes de manos en negativo, alguna otra imagen de metáfora
simbólica alusiva a la muerte, una más refiriéndose a la vírgula de la palabra
así como pinturas que representan escenas de otros tiempos y que muestran que
eran cazadores evolucionados.
La gran mayoría están hechas con pintura
rojo ocre, algunas con tonalidad más oscura y otras más claras, revelan que no
fueron realizadas en el mismo momento ni por las mismas personas, los menos, en
color negro parecen estar hechas con carbón en una época más tardía. También
parece estar ligado a los movimientos de las estrellas, el sol y la luna a lo
largo del año, tomando como referencia el borde de la Sima, es posible concluir
que las diferentes posiciones de estos astros están señaladas con figuras que
indican la actividad respectiva a cada estación. Otras figuras parecen estar
vinculadas a eventos astronómicos del sol y la luna. Esto puede indicar que el
pintor quiso señalar que cuando los astros se hallen en la posición
representada, se debe llevar a cabo una actividad en específica.
Si bien durante el preclásico la región
aledaña a Ocozocoautla parece haber sido un núcleo de población importante, en
particular hacia fines de preclásico (400-100 a.C). Los restos de arte parietal
no parecen ser tan prolíficos, destacando principalmente los monumentos
esculpidos donde observa principalmente representaciones humanas para el
preclásico tardío y clásico temprano respectivamente. Estos relieves presentan
a un personaje sedente sobre el cuerpo de una serpiente, temática común en el
monumento. Durante esta época no tenemos elementos rupestres asociados con las
cavidades naturales, destaca sin embargo, la proliferación de las ofrendas
hipogeas, principalmente en cuevas húmedas con amplio desarrollo. Estas
cavidades durante la época de estiaje debieron ser importantes para la región
del norte de Ocozocoautla, pues las fuentes hidráulicas a las cuales suelen
asociarse son un recurso escaso en donde la geología kárstica genera causas
subterráneas y escasos recursos superficiales, por lo que la única fuente de agua
permanente para la zona de estudio se ubica en el “cañón rio la venta”, con la
dificultad de acceso que implica la geografía accidentada de su ubicación, con
paredes verticales o extra plomadas de hasta 300 metros de altura.
El material localizado en las cuevas
húmedas indica que durante el año 250-400 a.C inicia un periodo de intensa
actividad ceremonial asociada por las cuevas húmedas de la región. El material
suele localizarse en superficie al fondo de las cuevas, en nichos naturales
sobre las formaciones estalagmitas de las mismas
El escaso material cerámico asociado con las
simas con pinturas rupestres, los resultados del estudio del material indican
que la principal época de ocupación de este tipo de sitios parece asignarse
hacia el clásico tardío o posclásico temprano. Estos concuerdan con la
ocupación de cuevas en zonas de difícil acceso en el área del cañón rio la
venta, como son “el tapesco del diablo”, “el castillo” “el camino infinito” y
“la cueva del lazo”.
Este periodo parece también coincidir
con uno de crisis política, pues hacia el 1100 d.C. los principales sitios
monumentales de la selva “el ocote” son abandonados y la región de Ocozocoautla
experimenta una crisis política y demográfica generalizada.
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